Tengo que reconocer que escribir esta reseña me costó. Ezra Pound es de esos poetas de los que
todos hablan maravillas. Surge continuamente en la prensa especializada, en los
textos de literatura y poesía; cada vez que se habla de las influencias de algún
autor célebre del siglo XX o XXI allí está él.
Pound tuvo una vida personal bien polémica que aporta -y
mucho- al personaje: apoyó a Mussolini,
lo deportaron a EEUU después de la Segunda Guerra y se salvó de la muerte a
cambio de 12 años en un manicomio para volver a Italia y morir allí.
Por todo eso me tenté con este libro cuando lo vi en los
estantes de la librería. Publicado en 1916 por primera vez, tiene los versos
que en su momento fueron dejados de lado (censurados) por violentos o
indecentes, son autorreferenciales y la edición es bilingüe, o sea que puedo
intentar entender todo en su idioma original.
Pero cuando lo empiezo a leer siento ese aburrimiento
reprimido. Me tendría que gustar, pero lo que se definía como revulsivo a esta
altura de nuestra historia es soso y zonzo; la pedantería del autor es
simpática pero no tiene la altura de aquellos que supieron sazonarla con ironía
(que allí es donde logra su punto justo: pedantería sin ironía es simplemente
juventud, llevarse al mundo por delante); no le encontraba una personalidad, un
rumbo, un camino. Algunos versos me gustaban pero todos eran demasiado
diferentes entre sí. Entonces casi a la mitad del libro, dejé de leerlo y me
puse a investigar un poco.
Wikipedia, el
portal que demostró lo chato que puede ser Internet pero al que todos caemos,
ni siquiera nombraba el libro. Lo curioso era que casi todo lo que después encontraba
de Pound se desprendía de lo que allí estaba o repetía la contratapa del libro.
La versión inglesa de Wiki sí lo hacía, pero como publicación; hacia el final.
Aquí la biografía era mucho más completa y explicativa. Seguí investigando. Comencé
a entender que en esa época Pound escribía en muchas revistas para poder
subsistir, que en esos mismo medios colaba algunos poemas y que fueron años de
adscribir a distintas movimientos o vertientes. También publicaba su poesía en libros
de pequeñas tiradas, que a veces se repetían o cambiaban los poemas de acuerdo
a las versiones. Tuve que revisar dos papers de universidades americanas para
entender un poco más todavía. Me quedó como conclusión que entre 1910 y 1916
Pound estaba buscando su estilo. En esos años pasó por el Imaginismo y el Vorticismo,
hizo traducciones muy libres y personales de poesía japonesa, especialmente
haikus, de poesía italiana con toques de mitología griego/latina, que tuvo influencia
de los trovadores de la Edad Media y que le divertía atacar o responder a la
gente del medio literario a través de sus versos.
Con toda esa información volví al libro. Ahora estaba al
tanto del contexto, como se suele decir. Y leía a la par de los poemas, los muy
útiles comentarios que había de cada uno de ellos al final del libro y algo de
Internet.
Al terminar el libro me quedo con las traducciones libres de
la poesía japonesa, que si uno sabe que son traducciones se leen diferentes; con
los poemas que están ligados al Imaginismo, que a su vez están relacionados a
los haikus; el pacto/poema que hace con Walt
Withman; un novedosa conjunción de colores y movimientos unidos al ajedrez
que me hizo recordar al Futurismo
Italiano y un largo Canto que parece que fue como un precursor de su obra
fundamental que se denominó Cantos y
le llevó toda su vida. Por último, me parece que las traducciones no siempre
interpretan bien al poeta, por eso es bueno que sea bilingüe la edición.
Lustra es un libro de poemas que supo hacer ruido en su
momento, que reúne distintos estilos y que debe ser leído después de muchos
otros de Pound para poder darle el lugar que se merece. No me queda más que
seguir leyendo y aprendiendo.
Lustra
Ezra Pound (1885-1972)
Buenos Aires Poetry